Relato de el árbol de los deseos
Hubo una vez un joven y apuesto príncipe que supo de la existencia de un árbol que convertía en realidad cualquier deseo o pensamiento de quién se cobijara bajo sus ramas, el príncipe imaginando su esplendoroso futuro se propuso encontrar dicho árbol a cualquier precio. Al cabo de varios años de intensa búsqueda y tras pasar muchas calamidades, finalmente un día encuentra el árbol y se sienta bajo sus ramas. Lo primero que desea el príncipe es un suculento almuerzo, al instante aparecen toda clase de deliciosas viandas y exquisitos manjares, cuando se cansa de comer piensa en mujeres, al momento aparecen jóvenes y lindas muchachas que satisfacen todos sus deseos, cuando queda exhausto piensa en riquezas, de inmediato aparecen cofres rebosantes de joyas, piedras preciosas y monedas de oro, entonces el príncipe empieza a temblar desesperadamente pensando que pueden robarle, y al instante aparece una banda de sanguinarios delincuentes que le roban todas sus pertenencias, le dan una tremenda paliza y lo dejan malherido. El príncipe aprendió así la sabia lección del árbol de la vida: “Llevamos dentro de nosotros tanto el bien como el mal. El árbol, que representa al universo, nos dará aquello que a través de nuestros deseos y pensamientos proyectemos en él.
Opción A, con piedras.
Opción B, con yeso.
1-Antes de nada, debéis recoger unas cuantas ramas secas, si queréis que sean originales, no olvidéis aplicarle pintura.
2- En una maceta o florero colocar las ramas. Para fijarlas podéis utilizar yeso, o si en el caso de que sea transparente, combinar piedras o arena de colores de forma que no se tambaleen. Si utilizáis finos alambres para atar las ramas, tendréis una mayor estabilidad.
3-Tras esto, debéis preparar las tarjetas, haciéndoles un agujero y pasándoles un lazo para poder colgarlas. ¡Dejar un par de bolis para que los invitados escriban un deseo y lo cuelguen en el árbol!